“Siempre digo lo que pienso” reza uno de los temas más populares del excéntrico dúo revolucionario Calle 13. Es sin duda una frase que pinta de arriba hacia abajo, o viceversa, a uno de los últimos astros que dio el fútbol argentino: Carlos Tevez.
Uno lo puede juzgar de ser políticamente incorrecto. De creer que no todo se arregla de manera violenta. Que si le pagan (millones) por jugar al fútbol debería hacerlo sin quejarse. Que debería callar lo que su corazón manda y pensar un poco más con lo que su cerebro buscar silenciar. Pero no. El, su condición de ídolo nato, (lo futbolístico está claramente fuera de discusión) se lo ganó en la cancha. Transpirando la camiseta como se dice en los barrios bajos, espacios que el conoce muy bien.
Residente (voz principal de Calle 13) suele decir “Mis letras groseras son más educadas que tu silencio”, y “Carlitos” suele ser la expresión rebelde del planeta fútbol. Cuando todos hacían leña del árbol caído (léase fracaso mundialista de Diego Armando Maradona y compañía) el ofreció su apoyo incondicional públicamente al “Diez”, criticando de manera desprolija al intocable padrino de la AFA, Julio Humberto Grondona. Sin temor a lo que pudiera pasar con su futuro en la Selección Nacional.
Siempre se caracterizo por decir lo que sentía y expresar lo que pensaba. Nunca nadie logró domesticar a este caballo de pura sangre. Mientras los máximos clubes europeos se pelean por adquirirlo, el Manchester City hace gala de su bravuconada económica. Le exigen una disculpa paga, al bajarle constantemente el sueldo como si eso fuera a cambiar algo de su esencia. A todos lados donde fue, terminó siendo figura e ídolo indiscutible. No importa que haya recalado en lugares culturalmente difíciles como Brasil e Inglaterra, para un argentino tan verborrágico. El supo hacerse entender (a su manera) y todos lo aclamaron. Porque como avisa Calle 13 en “Calma Pueblo”: “a mí me tratas de loco porque hablo mucho, pero tu dices poco porque sabes poco”…
