"Una frase Millonaria"

"Una frase Millonaria"

lunes, 24 de septiembre de 2012

"Tolerancia Cero"


Tolerancia cero. Es difícil escribir algunas líneas sabiendo que el receptor del mensaje será un gran ídolo del club, muy querido y justamente aclamado por el mundo riverplatense. Matías Almeyda, último guerrero riverplatense que tuvo el honor como DT de devolver al “Millo” a primera división tras la deshonra del fatídico descenso, pasa por sus peores horas en el club. Ídolos en contra, hinchas agotados, glorias que se ¿autopostulan? para ocupar su cargo, falta de apoyo oficial… pero…
Siempre el bendito pero. Hay que intentar desenmascarar ciertas situaciones. Está muy claro que existe una feroz campaña en contra de Daniel Passarella y por ende el “Pelado”, recibe dardos venenosos por todos lados. Carlos Ávila, empresario de medios muy conocido por ser el creador de Torneos y Competencias, hace años que busca ser el que maneje los destinos de “La Banda”. Sus candidaturas presidenciales siempre quedaron en palabras, pero esta vez parece ir por todo. Juan Cruz Ávila (hijo de Carlos) es el productor general del payasesco programa “El Show del Fútbol” (emitido los domingos a la noche por América TV), conducido por Alejandro Fantino y secundado por serie de periodistas inescrupulosos. Este segmento televisivo es uno de los más férreos opositores a la gestión del ineficiente “Kaiser”. Desde ese programa surgen las más inefables mentiras sobre la actual dirigencia millonaria y claramente marcan una tendencia en los medios y en el propio hincha riverplatense.  Ricardo D´onofrio, gran candidato perdedor de las últimas elecciones, cuenta con enormes y probadas conexiones  en los medios de comunicación (Fox Sports, Clarín y Diario Olé, son algunas de las más nombradas) que curiosamente no tenían la misma virulencia y tenacidad en sus crónicas y relatos con el nefasto e innombrable Papada Aguilar. Por citar sólo dos ejemplos. Ni hablar del irrisorio Atilio Costa Febre o el muñequito de Aguilar, Hernán Castillo, que creen ser las voces que representan al verdadero y genuino hincha de River. Tolerancia Cero.
Todas estas situaciones, no deben quitar dos enormes puntos de vista de la mirada del hincha y socio millonario: 1- el equipo no juega a nada y nunca lo hizo en 51 partidos bajo la dirección de Almeyda. 2- Passarella tuvo un año y medio para intentar arreglar el desastre del descenso y pecó de soberbio, ni hablar del destrato a los ídolos del club y a los socios con el polémico canje de entradas, entre muchas otras cosas. Con respecto al primer punto, está muy claro que a pesar del las ganas del Pelado de revertir este mal momento, la desorientación y la falta de resolución en determinadas situaciones se consiguen con la experiencia acumulada a través de los años. Almeyda claramente peca de inocente en muchas facetas del juego y expone claramente a muchos jugadores y a su misma personalidad dentro del club. Cuando uno habla de Tolerancia Cero, no sólo utiliza la cita para explicar la virulencia de los comentarios del periodismo partidario contra Passarella, sino que habla del hincha (me incluyó) que está cansado  de errores infantiles y soberbios. Las frases “de acá me sacan con los pies para adelante” (Kaiser, previo al fatídico descenso) y “tengo que perder seis partidos seguidos para irme del club” (Matías tras la derrota con Vélez) explican y demuestran claramente que por más berrinche que uno haga, patalee o cante en contra, las decisiones no pasan por ese lado de la torta. Entonces, el hincha genuino se encuentra preso de un juego político, infantil y demasiado aburrido en el campo de un deporte que debería ser todo lo contrario: un entretenimiento para la familia.

domingo, 24 de junio de 2012

Un ascenso Monumental



Yo lo soñé. 363 noches. De angustia, nostalgia y dolor. Teníamos que volver a ser. Pero el camino no era fácil. Era empedrado, rocoso, montañoso. Como se lo imaginen, pero peor. Nadie regaló nada eh. Sólo estos muchachos que dieron la cara por otros y por todos. A ellos, ¡gracias totales!
Porque, el partido, final ante Almirante Brown, comenzó como un film velado en blanca noche, en el cuál el hijo tenaz del enemigo, hacía uso y abuso de su doble amor a la camiseta. Mientras el muy verdugo cena distinguido, esperando vaya ser la final de que, hubo noches de cristal que se hicieron añicos. ¡No lo soñé! ¿ o sí? Porque el destino se enderezó y brindo su suerte. Y David Trezeguet, nuestro ángel de la soledad, se ofreció mejor que nunca a los cinco minutos del segundo tiempo y todo el mundo pensó al unísono: ¡No mires por favor y no prendas la luz!, esto tiene que ser gol. Tiene que ser un poco de aire puro. De ese que se necesita para respirar humana y dignamente. Y ahí, en ese momento, la imagen se desfiguró.
Un tal francés, campeón del Mundo y de Europa, dijo: yo te llevó a dónde vós quieras. Y le destruyó el arco a un Monasterio sin deidad. Ahora, el estallido era otro. No eran maderitas volando hacia la cabeza vaya a saber de quién hace 363 días. Este film da una imagen exquisita. Están todos. Juntos. El Pelado Almeyda, el Señor Cavenaghi, bancándose una mala racha lagrimeando por amor en el banco de suplentes, nuestro Angel ito Trezeguet y el exquisito (pero ciclotímico) Alejandro Domínguez. Porque estos chicos son como bombas pequeñitas. Se hicieron camino al andar y se bancaron todo. Mala prensa, autismo y ausentismo dirigencial y hasta un capricho mercenario desde la tribuna. Nadie puede dudar que este año fue duro y difícil. Para todos y todas. Hubo que recorrer el peor camino a la cueva del perico, como si alguien hubiese diseñado un Gps maligno en el que había que recorrer los 5.000 kilómetros nacionales. Porque eso es el ascenso. Un camino espinado, difícil y apasionante. Fue complejo hasta para los tipos que acostumbran a no dormir por la noche
Por eso, los ojos ciegos bien abiertos. El montaje final es muy curioso. Aparece una remera hecha bandera que afirma el 23 de junio, la Resurrección. Porque, eso fue este River. Un ave Fénix, que se levantó desde las cenizas para volver a ser, eso que tanto fue. Ver a Trezeguet juguetear en la cancha con Rogelio Funes Mori (su mejor compañero) es en verdad realmente entretenido. Se entienden como si hubiesen jugado siempre juntos. El maestro y el aprendiz. Gracias. Pobre Rogelio, iba en la oscura multitud desprevenido. Hasta que increíblemente se recuperó en tan sólo un año y ahora puede tiranizar a quienes lo han querido mucho y no tanto. Porque fue así, yo este final y de esta manera ¡no lo soñé! Y se ofreció mejor que nunca. Un errático Cavenaghi (pero enorme a lo largo del campeonato, dentro y fuera del campo de juego), le dejaba el lugar a un mellizo juvenil para que explote sus virtudes en tan sólo 45 minutos. Y vaya que lo hizo. ¡No lo soñé! ¿O sí? ¿Cuántas veces? Ahora todos abran sus ojos ciegos bien abiertos, que como un loco voy corriendo a la deriva. Nadie lo podrá entender. Muchos hablarán y otros se reirán. Pero yo esto lo soñé. Unas 363 veces, me dirán.

miércoles, 23 de mayo de 2012

La suerte está echada


Desde este blog no se busca hacer ningún tipo de alusión esotérica. Ni tampoco disminuir responsabilidades. Las cartas ya fueron elegidas y las que se jugaron ya están en la mesa. Pero, más allá de errores e impericias evitables, sin dudas River Plate no cuenta con ese atributo tan esencial como indispensable para ser campeón: la bendita y renombrada suerte. Hace ya algunos años, una película industria nacional muy cómica (en la que trabajaban los actores Gastón Pauls y Diego Peretti), hacía una parodia de la suerte con la que contaban unos y otros. Trasladado sin escalas al mundo riverplatense, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Guillermo Brown de Madryn, era un puerto seguro. El rival más fácil de las cinco finales que quedaban. Al menos desde los números. Una goleada visitante como antecedente inmediato. Números desiguales en la tabla y sobre todo en planteles. Era sabido que los sureños iban a llegar a defenderse hasta con las ballenas pero iban a ser punzantes como tiburones en los ataques. Si olían sangre, iban a morder. Y así fue. Un puñado de acciones ofensivas en El Munomental y dos goles a favor... dos puntos en contra para el Millo.
Rosario Central, próxima parada del tren riverplatense, había triunfado como local por 2 a 0 ante Atlético Tucumán. El encuentro ante los de Madryn, exigía un plus de parte del conjunto de Almeyda para no perderle pisada y no ir así a Arroyito con la soga apretándole el cuello. Y, por lo visto, algunos jugadores no lo entendieron. Un ejemplo concreto, es el extraño caso de Juan Manuel Díaz, que venía teniendo un torneo muy bueno, pero falló de manera muy inocente en los últimos dos partidos. Primero ante los tucumanos, dejó escapar a su marca y River empezó perdiendo por uno a cero en la tierra de las empanadas, con un gol del ex boca Fondacaro. Y luego deformó su performance de manera estrepitosa: en el primer gol de Brown pierde la marca del volante y este la clava en un ángulo. En el segundo peor, con el equipo jugado completamente en ofensiva (cinco delanteros más el indescifrable Carlos Sánchez) se queda desorientado en la mitad de la cancha y por su zona, ¡Daniel Villalba! intenta un cierre desesperado sin efecto alguno. Faltaba un minuto para el final del encuentro y River perdía la punta del torneo, por una desconcentración muy "inocente", como diría el Pelado días después en conferencia de prensa.
En el medio de este lío hubo de todo, menos suerte. Tiros en los palos, definiciones apresuradas, goles salvados en la línea. Un David Trezeguet extrañamente fallido. De todo, menos goles. Sólo dos y no fruto de lo inexplicable. El primero una joya del capitán Fernando Cavenaghi, que hizo rememorar tiempos pasados. Un tiro libre bellísimo que se coló en el ángulo derecho. El segundo gol fue obra de la insistencia ofensiva y la viveza del Keko Villalba. Porque si bien se le pueden machacar varias decisiones a Matías Almeyda, la realidad es que este equipo tiene una identidad y esa es ir a buscar todos los partidos. De visitante y de local. Por eso, llamó mucha la atención comentarios de algunos periodistas que hacían creer que este momento se parecía al del equipo que descendió. No, señor. Ni por asomo. Este equipo tendrá algunas inconsistencias defensivas (perdió puntos al finalizar en al menos cinco partidos), pero nunca bajó de los puestos de ascenso directo. ¿Quién dijo que iba a ser fácil?

lunes, 7 de mayo de 2012

Treze, el número de la suerte


Trece son los partidos por liga que ya disputó el francés con la banda que le cruza el alma. Nueve son los goles que marcó, que representan claramente esa posición que suele ocupar en la cancha. Trezeguet es su apellido, y David es el nombre que ilusiona a todo el Mundo River. Sin dudas, a esta altura se puede afirmar sin ofender a nadie, que el franco argentino es el mejor refuerzo millonario de los últimos diez años. Su influencia dentro del campo de juego es determinante. Sus movimientos son un lujo. Y sus ganas, transmiten alegría a un pueblo golpeado como lo es el público riverplatense. Su gol ante Gimnasia de Jujuy otra vez obsequio aire. Y agigantó las ilusiones. Claro, esta victoria dejó al Millo a un punto de la cima (Instituto empató como local ante Brown de PM) y con una furia incontenible.

En el medio de esto hubo un partido. Chato, sin ideas  y tenso. Matías Almeyda, en su afán por encontrar al equipo ideal (raro que todavía no lo haya encontrado a esta altura del certamen) le dio una vuelta de tuerca al esquema y presentó un 4-4-2 súper cauteloso ante uno de los peores conjuntos del torneo. Afuera el Chori (Domínguez), adentro Luciano Vella (¿por qué juega?). Durante todo el primer tiempo el Millo buscó ser prolijo. Leonardo Ponzio, de enorme partido, se hizo cargo de la distribución. Junto a Ezequiel Cirigliano buscó abrir la cancha y no perder la pelota. Tuvo sus chances (Fernando Cavenaghi mano a mano y algunos centros de pelota parada), pero se notaba que no era el camino. Los murmullos se mezclaban con las palabras de aliento. Es así el Monumental. Por momentos explota y da miedo y por otros, los jugadores sienten el rigor y peso de la historia.

El segundo tiempo traería consigo respuestas y sorpresas. Carlos Sánchez, de muy bajo nivel, salía reemplazado por Lucas Ocampos. El quilmeño a su perfil auténtico. Y una exigencia por derecha. Puede gustar o no la displicencia de Lucas, pero que es un motor por el carril (sea cual fuere) no acepta ninguna duda. Esa fue la primera señal de vida que dio el Pelado. La segunda tuvo nombre y apellido. Domínguez, extrañamente prohibido, ingresó por un Cavenaghi golpeado (física y anímicamente). Y esa fue la sorpresa-solución. El Chori entró para estropear los últimos metros. Y lo consiguió. Desniveló sin parar, hasta darle un pase a la cabeza a Trezeguet. El nombre del gol.  1 a 0, victoria ansiada y a respirarle la nuca a Instituto.

Deberá replantearse varias cosas Almeyda. Desde esta columna nunca se buscó entrometerse en el trabajo de los que saben, pero lo llamativo es que, si un esquema le dio un triunfo ante el puntero y un empate inmerecido ante el quinto como visitante, se elija un dibujo táctico ultra conservador ante uno de los peores equipos del certamen. Quedan seis finales. Únicas e irrepetibles, deseamos. La fe está depositada en Jesús (Almeyda). Las herramientas están. El apoyo también. Vamos todos por ese regreso adónde nunca nos tuvimos que haber ido.

miércoles, 25 de abril de 2012

"Paladar Negro"


TITULARES

Daniel Vega (7): Sin sobresaltos, respondió bien en las que tuvo a su alcance. Mantuvo el cero y es importante. Fue la 8º vez desde que es titular.
Carlos Sánchez (6): Un verdadero correcaminos. De lateral, de volante y de puntero. A veces le cuesta con la pelota, pero es incansable. Su presencia es insustituible.
Jonathan Maidana (7,5): Enorme partido del central, justo ante uno de los rivales más complicados y voraces. Se hizo patrón de la defensa y no dejó que el talentoso juvenil Dybala se destacara.
Ramiro Funes Mori (7): Se complementa muy bien con Maidana. El mellizo cada vez juega mejor en su posición. De arriba impasable y de abajo muy áspero.
Juan Manuel Díaz (7): Altísima labor del lateral. Hace al menos tres partidos que juega en un nivel top.
Leonardo Ponzio (6): Comenzó algo intenso, yendo a todas las pelotas con mucha vehemencia. Pudo haberse ido expulsado… Su segundo tiempo fue impresionante.
Ezequiel Cirigliano (7,5): Es una de las figuras del equipo. Toca, gambetea y raspa. Muy completo lo del juvenil volante. Además presiona hasta al arquero.
César González (8,5): Increíble. Ese es el adjetivo que mejor le queda a su participación ante Instituto. El “Maestrico” dio una verdadera clase de fútbol.
David Trezeguet (9): Es muy complejo explicarlo. Hace fácil lo difícil. Juega simple, de primera, pivotea, hace cambios de frentes al pie y marca goles. ¿Qué más se le puede pedir?
Alejandro Domínguez (6): Gran labor del enlace-delantero. En su posición desniveló constantemente y asistió tanto a Cavenaghi como a Trezeguet.
Fernando Cavenaghi (7,5): La entrega de siempre, el compromiso de la temporada y el fútbol de toda la vida. Esta vez se entendió de la mejor manera con su compañero de ataque. Se fue ovacionado.

CAMBIOS
Lucas Ocampos (6): Desniveló tanto por derecha como por izquierda. El poco tiempo que estuvo en cancha, lo utilizó de la mejor manera. Le hicieron un penal.
Gabriel Funes Mori (6): Corrió, buscó y casi encuentra. El juvenil delantero cada vez está mejor en el campo de juego. Pocos minutos en cancha.

DT

Matías Almeyda (8): Enorme partido del Pelado. Lo dibujó en la semana y lo expuso el sábado.  Fue su partido soñado como entrenador. Demostró que en la semana trabaja y le ganó de punta a punta al mejor equipo de la categoría. Tanto en defensa como en ataque su estrategia fue impecable.



martes, 24 de abril de 2012

"Monumental"




Monumental fue el triunfo. Monumental fue el aliento millonario, por momentos estremecedor.  Una maraña de ilusiones y compromisos. Monumental fue el achique, por decir de alguna manera, la actitud del puntero Instituto. Porque si se realiza un análisis concreto, este pudo haber sido el partido soñado, pero no, la historia riverplatense no lo permite. Menos la categoría en la que se compite. Asimismo, en Núñez reina la tranquilidad y a viva voz, se podrá decir: apareció River. Ese del constante ataque, de los lujos productivos, de la voracidad ofensiva, del pressing, del que contagia a cada minuto al público. Porque el marco fue tan extraordinario como el cachetazo que sufrió el conjunto de Darío Franco, amo y señor (hasta el momento) del Nacional B. Puntero, goleador y sólido, con abundantes momentos de buen juego, se llevó en su mochila más de diez llegadas claras de gol en contra y la marca indeleble de la firma de Trezeguet. Fue 1 a 0, pero pudo haber sido mucho más.
En el duelo de pizarrones, ganó la pulseada Matías Almeyda. De punta a punta. De tridente a tridente. De Ramiro Funes Mori, Jonathan Maidana y Juan Manuel Díaz a Fernando Cavenaghi, Alejandro Domínguez y David Trezeguet. De la seguridad defensiva (Paulo Dybala y compañía brillaron por su ausencia) al ataque preciso y coordinado. Porque esta vez quedó mucho más claro: los distintos se entendieron y conversaron en el mismo idioma. “Fer” y “David”, se pasaron la pelota, se asistieron mutuamente y se abrazaron en el gol. Nada de celos.
Por otra parte,  si la jerarquía individual era demasiado  fuego para muchos equipos de este equilibrado Nacional B, se podría llegar a la certeza de que el “Pelado” encontró el equipo. Justo ante el puntero. Y se puede decir que la clave fue un venezolano. Raro, pero real. El “Maestrico” César González dio una clase de fútbol. Un curso acelerado de cómo aprovechar y atacar-defender un carril. De selección. Pero el once de Almeyda tuvo otros puntos muy altos. El tándem Leonardo Ponzio- Ezequiel Cirigliano, que presionaban hasta el arquero (literalmente) dio sus frutos. La defensa de tres con un líbero y dos stoppers, tuvo un gran encuentro. Y el correcaminos Carlos Sánchez no desentonó y llegó con el tanque lleno.
Por eso, River quedó a un sólo punto de la cima. En puesto de ascenso directo pero con la tranquilidad que no se redujo en un momento clave. Contra Aldosivi (este domingo) otra será la historia. Mientras disfruten, de un triunfo tan necesitado como enérgico.

miércoles, 18 de abril de 2012

Paladar Negro

TITULARES

Daniel Vega (6): Sin sobresaltos, respondió bien en las que tuvo a su alcance. Mantuvo el cero y es importante.

Luciano Vella (3): Paupérrimo nivel del ex Newell´s. Ya no se explica su participación en el equipo. Defiende mal y ataca peor… Salió reemplazado por David Trezeguet.

Jonathan Maidana (6): Al principio le costó, pero después se asentó. Tanto de stopper como de central.

Leandro González Pirez (4): No mostró el nivel de siempre. Le pesó el Monumental en ebullición y la velocidad y picardía de los delanteros rivales.

Luciano Abecasis (6): Altísima labor del lateral. Por la banda derecha es un tren.

Lucas Ocampos (3): Volvió a mantener un bajo nivel. Se engolosina y elige mal casi todas las finalizaciones de las jugadas. Necesita un tirón de orejas.

Leonardo Ponzio (5): Tanto como volante central como líbero metió y recuperó de la mejor manera. Igualmente sigue algo errático.

Ezequiel Cirigliano (7): La figura del equipo. Armó un jugadón para el primer gol. Tocó, gambeteó y raspó. Muy completo lo del juvenil volante.

Carlos Sánchez (5): Es un motor por derecha o izquierda. No importa donde juegue exige. Es algo atolondrado pero suma.

Alejandro Domínguez (6): Gran labor del enlace-delantero. En su posición desniveló constantemente y asistió a Cavenaghi para el segundo gol del equipo.

Fernando Cavenaghi (6,5): La entrega de siempre, el compromiso de la temporada y el fútbol de toda la vida. Definió excelente y anotó su 18º gol en la campaña. Impresionante.

CAMBIOS

David Trezeguet (6): Lujos, juego simple y el asecho de siempre. Ya es el David de la gente…

César González (6,5): El venezolano entró, encaró por todos lados y sirvió el primer gol del encuentro. Pide pista.

Martín Aguirre (5): Entró para ayudar en el medio. Buscó caminos, pero erró algunos pases. Igual sirve.

DT

Matías Almeyda (6): Esta vez el “Pelado” leyó bien el partido. Buscó por las bandas, arriesgó, mantuvo el tridente y salió victorioso en una semana complicada (le ganó a Quilmes y a Huracán). Ahora recibe a Instituto con un poco más de aire.