Éste artículo lo escribo con tristeza y con bronca, hasta se podría pensar en lágrimas recorriendo los ojos. Porque otra vez ganó la trampa, otra vez se ensució mi querido fútbol. El domingo 5/7/2009 estaba llamado a formar parte de la historia futbolera. Se encontraban en el barrio de Liniers, los dos mejores equipos del campeonato (pedido de disculpas al ofensivo y regular Lanús), por ende se auspiciaba una hermosa tarde de fútbol. Por un lado aparecía Huracán: puntero, defensor del "tiki-tiki", conjunto más goleador del torneo y con las jóvenes y hábiles figuras Javier Pastore, Mario Bolatti y Matías De Federico. Por el otro se asomaba el "team" que sólo había perdido una vez en las 18 fechas anteriores (ante Gimnasia, en La Plata), Vélez: solidez defensiva, regularidad en las líneas, equilibrio general y puntos altos en Nicolás Otamendi, Emiliano Papa, Víctor Zapata y el goleador del torneo, Hernán Rodrigo López. Para ser más simples se encontraban la contundencia frente a la sólidez. El fuerte contra el débil. Sanson contra Goliat.
Si nos remitimos meramente al análisis del partido, se podría afirmar que la sólidez tuvo una leve ventaja sobre el "tiki-tiki", sobre la búsqueda del arco contrario en todo momento. "Los Quemeros", tuvieron su chance a minutos de comenzado el partido. Un tiro libre enviado desde la izquierda fue desvíado, o mejor dicho colocado de manera muy precisa junto a un palo, por Eduardo Domínguez ante la atónita mirada del guardameta Germán Montoya. En ese instante se desataba la locura, el delirio, la algarabía total. Huracán se encaminaba hacia su segundo título en su casi centenaria historia. Pero en ese momento apareció el villano de la tarde. El árbitro Gabriel Brazenas. A instancia del árbitro asistente Ricardo Casas anuló el gol por una supuesta posición adelantada, que nunca estuvo ni cerca de serla. Y aquí tenemos la primera polémica de la final. Pero no se preocupen porque este encuentro nos va a deleitar o a entristecer (como más gusten) con otras jugadas dudosas.
Hay que aclarar que durante el partido apareció un invitado inesperado: a mitad del primer tiempo granizó sobre el estadio José Amalfitani, provocando el paráte por más de 20 largos minutos (otra desición desacertada).
Tras la reanudación del cotejo, Juan Manuel Martínez cae en el área tras un foul del marcador de punta ,Carlos Araujo, y el referí cobra acertadamente penal para los locales. El 9 goleador, Rodrigo López, remata desde los 12 pasos y Gastón Monzón ataja magníficamente, despejándola al córner. Inmediatamente "El Fortín" avasalló a la visita y tuvo varias oportunidades para convertir.
Ya el segundo tiempo lo encontró al equipo de Angel Cappa mucho mejor parado, con las líneas más equilibradas y por decantación empezaron a llegar las oportunidades. Estuvieron cerca de convertir, pero la defensa del conjunto de Gareca soportó los embistes y Montoya desplegó toda su regularidad (le convirtieron sólo 13 goles en el torneo).
Hasta que en una jugada comenzó todo el desconcierto. En un desborde llegan a disputar una pelota dentro del área, a un metro de la línea de meta, "Chiche" Arano y el "Poroto" Cubero. Llevándose la peor parte el capitán del local, ya que el lateral de Huracán le pegó una doble plancha fuertísima en el muslo derecho. Era penal y roja para el lateral, y expulsión para Cubero por reaccionar y pegar un manotazo en el rostro.
Brazenas no vio nada, pero confió en la ley divina de "arreglar las cosas compensando"... Ya que minutos más tarde, López baja una pelota de cabeza y Joaquín Larrivey (Ex- Huracán) le aplica un durísimo planchazo al arquero visitante, provocando que este mismo suelte la pelota, para que en el rebote el enganche Maximiliano Morález convirtiera el tramposo y único gol del cotejo.
Se desató la furia de los festejos y la desazon de la visita, ante la pasividad de la terna arbitral, que en el único acierto del segundo tiempo echó por doble amonestación al mediocampista goleador de Vélez.
Huracán atacó e intento arrasar como un huracán pero no consiguió doblegar al eficiente arquero local y la tarde se prestó para un bochorno más.
Como es de esperar en este fútbol argentino a veces tan embustero, algunos pícaros se robaron todas las pelotas del campo, dejando solamente una. Por lo tanto el árbitro debió parar el cotejo, hasta que aparecieron algunos balones. En el medio de toda esta situación lastimosa hubo forcejeos y se llegó a escuchar a Angel Cappa gritándoles a los locales que eran "unos cagones de mierda, porque no jugaban al fútbol". Un hecho triste. El partido se reanudo, pero ya no había tiempo para reparar el error. Huracán se había quedado en la puerta de la gloria otra vez. Pero esta vez por culpa ajena.
Pd.: Quiero remarcar que el autor de estas líneas no es hincha ni, ni siquiera simpatizante de el equipo de Parque Patricios. Es sólo un defensor del fútbol que por lo visto se ve atacado todos los días.
Sacate la camiseta para escribir, VENDIDO....
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