"Una frase Millonaria"

"Una frase Millonaria"

jueves, 21 de julio de 2011

Passarella subestimó la situación, un ejemplo de soberbia.


Subestimó la situación. O quizás simplemente lo sobrepasó. O quizás no lo supo dar vuelta, se dio cuenta de la fuerte (y dura) realidad y tuvo un arreglo poco explicable desde el punto de vista pasional. Lo cierto es que Daniel Passarella (actual Presidente del Club Atlético River Plate) parece haber salido de esa realidad ficticia en la que se encontraba inmerso para tomar (o al menos intentar) tomar las riendas y refundar este club tan desorganizado, desestabilizado, manoseado y golpeado hasta el hartazgo.

¿Por qué se cae en la apreciación de que esta situación (la de empezar con el promedio bajo, con la soga al cuello, con un plantel plagado de juveniles, etc.) lo sobrepasó? Es simple. Tras seis meses de mandato, era muy difícil e injusto analizar con vehemencia su gestión, pero el Kaiser sabía que sus primeras incorporaciones no habían estado a la altura. Fueron cuatro, de las cuales uno sola pudo asentarse. Llegaron a River un inexperto volante paraguayo, Rodrigo Rojas; un delantero codiciado en tierras trasandinas pero con muy poco rodaje en Argentina, Gustavo Canales; Juan Manuel Díaz que apenas disputó un puñado de partidos y el caudillo Alexis Ferrero que con toda su vehemencia (tanto como para marcar a los rivales como para tirar la pelota siempre a la tribuna de un revoleo) pudo hacerse un hueco en cuanta alineación dispusieran: Leonardo Astrada, Angel Cappa y Juan José López. El segundo semestre, al tener la soga apretando un poquito más el cuello la actual dirigencia decidió ir por algo más seguro: llegaron el ídolo Juan Pablo Carrizo, el tanque Mariano Pavone, el zaguero Jonathan Maidana y el mediocampista central Walter Acevedo. Cuatro nombres probados y pesados. Además de ellos llegan al millonario: Leandro Caruso, Carlos Arano y Adalberto Román, tres jugadores-apuesta. El rendimiento fue de menor a mayor (con triunfo sobre Boca juniors incluido) hasta obtener un valioso cuarto puesto de cara la segunda parte de la temporada.

Quizás por soberbia (o incapacidad dirigencial) Passarella creyó que este equipo más Fabián Bordagaray (sí, el único refuerzo veraniego) era el indicado para enfrentar el semestre más pesado y complicado de los 110 años de historia riverplatense. El final lo conocemos todos. El final se conocía o, al menos, se preveía de antemano. Es cierto que si conseguía tres puntos más ni hubiera disputado la serie promocional con Belgrano, pero también es cierto que si un club se jacta de ser el más grande del país sin dudas debe tener otras aspiraciones.

Igualmente, el eje de la cuestión es la actual gestión de refuerzos. Como si un balde de agua fría (a los cuatro de la mañana en pleno invierno) hubiese bañado de una triste realidad a Daniel y sus secuaces. Como por arte de magia decidieron refundar el club. En la B Nacional. No en Primera. Llegaron con toda su esperanza los paladines Fernando Cavenaghi y Alejandro Dominguez. Se sumó el general Agustín Alayes. Dos figuras de Godoy Cruz que decidieron ponerse la banda roja, antes que jugar con su club la Copa Sudamericana (el oriental Carlos Sánchez y el pelado Martín Aguirre). Y al parecer suenan más (Freitas, uruguayo del Peñarol subcampeón de la Copa Libertadores, Israel Damonte también del Tomba, Mariano González y algún otro tapado. Pero pensando con un poco de autocrítica, ¿si se hubiese tomado la conciencia necesaria hoy River estaría en la B? Se los dejo a su criterio…

Pd.: Al menos, la intención de proponer un cambio está y eso es destacable.

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