¿Es justo? ¿Es razonable? ¿Es lo indicado, lo honorable, lo sensato? No. Ni nada parecido. Ningún medio o explicación puede justificar el papelón nacional e internacional en el que se ve inmerso la AFA, el cuerpo técnico argentino y, en menor medida, el plantel mundialista. En que cabeza entra que toda la comitiva que viajó a Sudáfrica, en el vuelo SA 227 de South African Airways, haya compartido el avión con 22 barra bravas. Sí, viajaron 22 barras y 23 futbolistas… Increíble.
No caeré en el pecado de señalarlos por sus apodos o sus nombres y apellidos. Desde este blog no se le da prensa ni fama a quienes no se lo merecen y, que además, con sus actos viles y sanguinarios arruinan a nuestro querido fútbol. Una decisión sensata y preferible era que esos pasajes, vaya a saber financiados por quien (ya se la idea que se te cruza por la cabeza) hubiesen sido destinados a los verdaderos hinchas y no a los mercenarios del fútbol.
Uno no es ajeno a estas situaciones y claramente observa la convivencia entre estos delincuentes (lo son, porque trabajan a través de la violencia institucional, social y deportiva) y los dirigentes, sean políticos o deportivos. A veces este lazo es muy fuerte y hasta parece irrompible, pero eso no lo hace justificable. Es muy triste saber que estos individuos puedan compartir un viaje con el seleccionado argentino en el que creen y confían millones de jóvenes.
¿Cómo se le explica a un niño, a un trabajador o a un simple hincha que sus ídolos deportivos comparten momentos preciados con estas personas? ¿El ejemplo donde quedó? ¿Era necesario hacerlo tan obvio e impune? En la lógica argentina del “todo pasa” (pregúntenle a Julio Grondona) al parecer esta humillante situación quedará en la nada. Pero a veces es necesario sacarse las anteojeras y observar que no todo es lo que parece y se sufren papelones de este tipo. ¿Alguien se imagina al plantel español, italiano, alemán u brasileño viajando en el mismo vuelo con gente de esta calaña? No. Ni por asomo. Esta es la famosa (y a veces triste) “Argentinidad al palo” que tanto conocemos.
No caeré en el pecado de señalarlos por sus apodos o sus nombres y apellidos. Desde este blog no se le da prensa ni fama a quienes no se lo merecen y, que además, con sus actos viles y sanguinarios arruinan a nuestro querido fútbol. Una decisión sensata y preferible era que esos pasajes, vaya a saber financiados por quien (ya se la idea que se te cruza por la cabeza) hubiesen sido destinados a los verdaderos hinchas y no a los mercenarios del fútbol.
Uno no es ajeno a estas situaciones y claramente observa la convivencia entre estos delincuentes (lo son, porque trabajan a través de la violencia institucional, social y deportiva) y los dirigentes, sean políticos o deportivos. A veces este lazo es muy fuerte y hasta parece irrompible, pero eso no lo hace justificable. Es muy triste saber que estos individuos puedan compartir un viaje con el seleccionado argentino en el que creen y confían millones de jóvenes.
¿Cómo se le explica a un niño, a un trabajador o a un simple hincha que sus ídolos deportivos comparten momentos preciados con estas personas? ¿El ejemplo donde quedó? ¿Era necesario hacerlo tan obvio e impune? En la lógica argentina del “todo pasa” (pregúntenle a Julio Grondona) al parecer esta humillante situación quedará en la nada. Pero a veces es necesario sacarse las anteojeras y observar que no todo es lo que parece y se sufren papelones de este tipo. ¿Alguien se imagina al plantel español, italiano, alemán u brasileño viajando en el mismo vuelo con gente de esta calaña? No. Ni por asomo. Esta es la famosa (y a veces triste) “Argentinidad al palo” que tanto conocemos.
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