“El sábado voy a tener la posibilidad de jugar mi último partido con esta camiseta. Me llena de angustia, porque he vivido muchos años acá, pero hoy es el fin de mi carrera en River”, declaró Marcelo Gallardo en la sala de conferencias del Estadio Antonio Vespucio Liberti.
“Todo concluye al fin”… dice un tema muy reconocido en el ámbito del rock nacional. El “Muñeco” decidió darle punto final a su exitoso paso por el club River Plate. Fueron en total tres etapas con distintos matices y bien marcados. La primera (1992-1999) fue (quizás) la más gloriosa, la más triunfal. Durante esos siete años consiguió siete títulos y compartió plantel con figuras de la talla de Enzo Francescoli, Ariel Ortega, Hernán Crespo, Matías Almeyda, Juan Pablo Sorín, Pablo Aimar, Marcelo Salas, Hernán Díaz, Germán Burgos, entre otros. Fue una época dorada en la que él no era el único responsable del porvenir y los éxitos de River. Eran otros tiempos…
Más tarde volvió para ser figura, líder, estandarte e ídolo millonario. Fue en el año 2003 (se quedó hasta el 2006), convirtió muchos goles y consiguió un campeonato bajo las órdenes de Leonardo Astrada (2004). Jugó con jóvenes como Fernando Cavenaghi, Andrés D´alessandro, Germán Lux y Javier Mascherano. Durante ese paso también padeció episodios no muy felices: el recordado cruce por la Copa Libertadores 2004, contra Boca Juniors, en el que rasguño y lastimó al arquero Roberto Abbondanzieri y la pelea con Reinaldo Merlo en el año 2005, en la cual le atribuyen el final de este último como técnico riverplatense. Se fue en el 2006 tras el exilio propinado justamente por el actual presidente de River, Daniel Passarella, quien por ese entonces era entrenador millonario.
Tras el destierro a tierras francesas y luego americanas, Gallardo volvió a River simplemente para ayudarlo. El conjunto de Núñez venía de obtener un primer y un último puesto en los dos campeonatos del año 2008, bajo la tutela del hiperkinético Diego “Cholo” Simeone. Era el momento de dar la cara por el club de sus amores. Quizás muchos crean que este fue su peor paso por “La Banda”, pero también habrá muchos otros que se acuerden de los inolvidables goles de tiro libre marcados a Boca, el rival de toda la vida, entre otros momentos de gran fútbol. Lo que sí es cierto y no hay que dejar pasar por alto, es que ese maldita pubialgia y los constantes desgarros que padeció lograron que este excelentísimo jugador no pueda competir al cien por cien y terminará siendo una carga para su club. “En principio fue una decisión personal, después obviamente la palabra del entrenador es la que a uno le interesa y la que puede llegar a influir. Angel ha sido muy claro conmigo, me ha respetado como jugador y como persona y me ha dicho la verdad. Me dio la posibilidad de decisión de seguir en el club y el mensaje lo entendí perfectamente. No quiero seguir por la trayectoria, me pareció lo más lógico y eso terminó de definir la culminación de mi ciclo con esta camiseta”, afirmó muy angustiado y emocionado, teniendo muy en claro que como jugador no volverá a ponerse la camiseta que mejor le queda y calza.
“Todo concluye al fin”… dice un tema muy reconocido en el ámbito del rock nacional. El “Muñeco” decidió darle punto final a su exitoso paso por el club River Plate. Fueron en total tres etapas con distintos matices y bien marcados. La primera (1992-1999) fue (quizás) la más gloriosa, la más triunfal. Durante esos siete años consiguió siete títulos y compartió plantel con figuras de la talla de Enzo Francescoli, Ariel Ortega, Hernán Crespo, Matías Almeyda, Juan Pablo Sorín, Pablo Aimar, Marcelo Salas, Hernán Díaz, Germán Burgos, entre otros. Fue una época dorada en la que él no era el único responsable del porvenir y los éxitos de River. Eran otros tiempos…
Más tarde volvió para ser figura, líder, estandarte e ídolo millonario. Fue en el año 2003 (se quedó hasta el 2006), convirtió muchos goles y consiguió un campeonato bajo las órdenes de Leonardo Astrada (2004). Jugó con jóvenes como Fernando Cavenaghi, Andrés D´alessandro, Germán Lux y Javier Mascherano. Durante ese paso también padeció episodios no muy felices: el recordado cruce por la Copa Libertadores 2004, contra Boca Juniors, en el que rasguño y lastimó al arquero Roberto Abbondanzieri y la pelea con Reinaldo Merlo en el año 2005, en la cual le atribuyen el final de este último como técnico riverplatense. Se fue en el 2006 tras el exilio propinado justamente por el actual presidente de River, Daniel Passarella, quien por ese entonces era entrenador millonario.
Tras el destierro a tierras francesas y luego americanas, Gallardo volvió a River simplemente para ayudarlo. El conjunto de Núñez venía de obtener un primer y un último puesto en los dos campeonatos del año 2008, bajo la tutela del hiperkinético Diego “Cholo” Simeone. Era el momento de dar la cara por el club de sus amores. Quizás muchos crean que este fue su peor paso por “La Banda”, pero también habrá muchos otros que se acuerden de los inolvidables goles de tiro libre marcados a Boca, el rival de toda la vida, entre otros momentos de gran fútbol. Lo que sí es cierto y no hay que dejar pasar por alto, es que ese maldita pubialgia y los constantes desgarros que padeció lograron que este excelentísimo jugador no pueda competir al cien por cien y terminará siendo una carga para su club. “En principio fue una decisión personal, después obviamente la palabra del entrenador es la que a uno le interesa y la que puede llegar a influir. Angel ha sido muy claro conmigo, me ha respetado como jugador y como persona y me ha dicho la verdad. Me dio la posibilidad de decisión de seguir en el club y el mensaje lo entendí perfectamente. No quiero seguir por la trayectoria, me pareció lo más lógico y eso terminó de definir la culminación de mi ciclo con esta camiseta”, afirmó muy angustiado y emocionado, teniendo muy en claro que como jugador no volverá a ponerse la camiseta que mejor le queda y calza.
Muchos millonarios lo recordarán y lo ubicarán en el pedestal de los más grandes solamente por saber entender lo que es llevar esa camiseta. Más allá del fútbol desplegado con esa derecha mágica y precisa, el “Muñeco” dio la cara cuando más se lo necesitaba. Como los verdaderos amigos: en las buenas y en las malas, pero por sobre todo, en las malas mucho más. Justo ahora se va, cuando River parece haber encontrado, de la mano de Angel Cappa, una línea y una idea futbolística que le calzaría a la perfección. Pero no, el se va por la puerta grande sabiendo que hizo y dejó una marca en el corazón de los millonarios. Nadie duda que seguirá desparramando habilidad y pases quirúrgicos en otras canchas hasta el momento de su retiro. Tampoco que la familia riverplatense estará a su lado. Lo que si queda muy claro es que el Monumental estará de luto porque el sábado se despide uno de los mayores ídolos de los últimos veinte años. Fueron en total 302 partidos (contando el de Tigre el próximo sábado en el Monumental) y más de 50 goles. Pero por sobre todas las cosas mucha magia y pasión.
excelente nota Maxi. Te dejo mi nuevo Blog: www.eleternoadolescente78.blogspot.com Te agregué en mi lista de blog, me gustaria que vos hagas lo mismo en tu lista así nos ayudamos entre nosotros. Saludos!!!
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