
Una de las típicas frases futboleras por excelencia es, sin dudas: “los equipos se arman de abajo hacia arriba”. Al pasarla en limpio, esta expresión se refiere a una de las máximas del fútbol inexpugnables. Mantener el cero en el arco propio y a partir de ahí trabajar los partidos para ganarlos. Esa es una escuela clásica (que muchos conjuntos del fútbol argentino la exprimen al máximo), pero a esta altura, todos, deberían saber que Matías Almeyda cursó un posgrado acelerado en otro instituto…
El “Pelado”, se cansó de aclarar a los medios periodísticos, que su idea futbolística se basa en atacar constantemente el arco contrario, porque esa es la filosofía madre de River Plate. Hacer cambios ofensivos y tratar de evitar quedar mal parado en las contras (maldito problema del primer semestre) y en los ataques aéreos. Buscar incansablemente los errores del rival, presionar y llegar con superioridad numérica al área de enfrente… Bueno, todo esto falló en conjunto ante Defensa y Justicia en el Estadio Único de
Las respuestas son claras, si uno se basa meramente en los datos estadísticos. Lo fáctico casi siempre les da la razón a los escépticos. El once de Almeyda nunca pudo vencer en este certamen a un conjunto que se encontrara de mitad de tabla para arriba. ¿Nervios, ansiedad o timidez? Lo cierto es que otra vez se dejó pasar una chance inmejorable (Instituto había caído goleado en Paraná ante Patronato y Quilmes había igualado como visitante con Deportivo Merlo) y el Millo no pudo contra sus propios fantasmas. Tuvo un arranque arrollador con un golazo de Lucas Ocampos (ya lleva seis) tras un error rival. Pero de a poco fue perdiendo la pelota en el mediocampo (flojísimo partido de Ezequiel Cirigliano) y Matías Díaz clavó un gol de esos que se ven en el “No Top Ten” de un noticiero deportivo conocido: flojísima respuesta de Daniel Vega ante un centro venenoso que se coló al segundo palo. A partir de ese momento, el Millo parecía ser dos equipos bien distintos, Doctor Jekill y Mister Hyde. Uno cuando atacaba; otro cuando defendía. El primer tiempo finalizó con más dudas que certezas. En la segunda etapa, Almeyda mandaba a David Trezeguet al campo de juego…
Y el francés fiel a su nivel demostrado partido a partido no desentonó: marcó dos golazos importantísimos en tan sólo 19 minutos. El primero para darle ventaja al Millo, apenas comenzado el segundo tiempo. El segundo como un electro shock salvador y decretar el empate final. Pero, ante el “Halcón de Varela”, fue un encuentro en el que se alinearon todos los planetas: floja actuación de los centrales, de la dupla de medios y de Fernando Cavenaghi. Ni hablar de Vega, que cada vez ataja peor. Demasiado resultado, para tan pobre presentación. Por eso, el empate terminó siendo una victoria por más que hiera el orgullo riverplatense. Se le descontó una unidad al puntero Instituto y se mantuvo el invicto ante el lote de equipos que pelean por un ascenso. Ante Merlo, la próxima fecha en el estadio de Vélez Sarsfield, se deberá dar una verdadera muestra de carácter.
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