Se sobrepusieron y es lo que importa. La derrota ante Atlanta había calodo hondo en el mundo riverplatense. Se podría decir que el color del día cambió drásticamente. El 2 a 0 a Huracán (y la victoria de entresemana por 2 a 1 ante Quilmes) trajo un alivio mentolado que hacía tiempo no se sentía por Núñez. Hasta los diez minutos del segundo tiempo, el clima estaba tan pesado como el ambiente en cancha. El mal juego que por momentos realiza el equipo se traduce verticalmente en nerviosismo. Los juveniles son los primeros que pagan los platos rotos y los ídolos no quedan exentos. Por eso, tanto Leandro González Pirez como Lucas Ocampos, sintieron el trajín de un Monumental en ebullición. La labor de ambos fue muy mala. Distinta, fue la historia para Fernando Cavenaghi y Alejandro Domínguez, que a pesar de tener actuaciones convincentes e irreprochables parecen tener una sombra gigantesca que crece a pasos agigantados: la de David Trezeguet. Cosas del fútbol (y el periodismo). Porque es indudable que los tres se entienden en cancha. El problema es otro. Y Matías Almeyda ya lo identificó. El ingreso al once titular de Ezequiel Cirigliano dejó claramente en evidencia la falta de circulación en ofensiva. “Ciri” es simpleza en estado puro. Juega a un toque y lee los partidos. Además, gambetea cuando se necesita, raspa y se hace eje del ataque. Esa fue, la clara diferencia entre el “Millo” y el “Globo”. Los de Parque Patricios penan en la cancha, pero no negocian la actitud. Y esa fue la cuestión que le hizo cuesta arriba el partido a River, sino claramente hubiese tenido un desenlace más positivo y eficaz en la primera etapa.
Por otra parte, se puede decir que el “Pelado” encontró variantes y respuestas en el banco de suplentes durante los últimos partidos (salvo el fatídico encuentro ante Atlanta). Daniel Villalba, César González, Rogelio Funes Mori y Martín Aguirre (sumados a una especie de titular-suplente como David Trezeguet) suelen dar soluciones a encuentros trabados. Y así fue este último ante Huracán. Los ingresos del Maestrico y David (por un cada vez más impresentable Luciano Vella y un perdido Ocampos) le dieron una frescura polar al ataque “Millonario”. En tan sólo tres minutos en cancha, González desniveló, mandó un centro atrás y encontró un gol en contra. Una bocanada de aire puro y limpio. Se podría decir que fue como una sesión de masajes descontracturantes. Por eso, tan sólo unos minutos más tarde, llegaría la reivindicación del capitán. Cavenaghi, ídolo de multitudes, anotó su 18º gol en el torneo. El “Torito” de Ingeniero O´Brien estiró su racha y acalló algunas críticas desagradecidas e impensadas. Además, fue asistido otra vez por su compinche, su ladero más fiel: “Chori” Domínguez.
Asimismo, tras esta victoria tan necesitada, el público se fue feliz pero expectante. Saben que el nivel demostrado en las últimas fechas no es el ideal y encima llega al Monumental la próxima fecha el puntero Instituto. ¿Será la Gloria o no?
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