"Una frase Millonaria"

"Una frase Millonaria"

lunes, 13 de febrero de 2012

Ocampos de felicidad

Y pasó la semana. Extraña y efervescente como ninguna. Ni las derrotas veraniegas dieron tanta show. Si bien durante la semana pasada hicieron altas temperaturas en Buenos Aires, River se puede decir: vivió siete días vulcánicos. Todos hablaron sobre el nivel mostrado por “La Banda” ante Almirante Brown en Casanova por la 19ª fecha de la B Nacional. Ex jugadores, ídolos, técnicos, hinchas y periodistas dieron su parecer. No faltó ni una voz. Que el pasto estaba largo, que estaba corto, que luego Blas Giunta llenaba tapas de revistas cortando el verde césped del Fragata Sarmiento, que Alonso dijo esto y el Chori le respondió aquello, que se juega en Racing pero vamos a La Plata el domingo, etc. Turbulenta y difícil, serían los adjetivos exactos que englobarían los últimos siete días que vivió el plantel de Matías Almeyda. Por eso, el triunfo obtenido ante Charita por 2 a 0 (muy trabajado ante el último de la tabla por cierto) nunca es mala palabra. Sobre todo, si esos tres puntos sirven para que el “Millo” alcance la cima del torneo tras seis fechas (ahora compartida con Instituto y Rosario Central).

A pesar que otra vez, se volvió a competir en un campo de juega paupérrimo, hubo algunos jugadores que le pusieron tiza a su botín y lustraron el piso. Lucas Ocampos fue uno de ellos. El juvenil quilmeño venía de un muy flojo encuentro en Casanova y ante el “Funebrero”, fue desnivel puro, magia y contundencia constante por el carril derecho. Su gol (el segundo de River) fue una verdadera joyita: enganche entre dos rivales y desde el vértice del área lanzó un misil teledirigido al ángulo derecho del arco que custodiaba Nicolas Tauber. A lo Cristiano Ronaldo dirían algunos. Sin dudas, “Luquitas” mostró todo el repertorio de cualidades, que hizo que los grandes del Viejo Continente se fijaran con lupa en él.

Más allá del triunfo, que sirve y mucho, hay que detenerse en varias cuestiones. Primero lo mucho que le costó, a Fernando Cavenaghi y compañía, desnivelar al conjunto de Felipe De la Riva en los primero 25 minutos. Es más “Chaca” había contado con la más clara, hasta que el “Tomatito” Pena hizo honor a su apellido y tras un mal despeje que rebotó en Damián Toledo, River consiguió la exigua diferencia luego de un autogol. A partir de ahí el rumbo del encuentro cambio y el team de Almeyda pudo haber finalizado el match en goleada o con una diferencia aún mayor…

Y ahí aparece el segundo punto en cuestión. Sin dudas, el Millo demostró ante Chacarita que es un equipo egoísta. O al menos no es solidario. Computando los avances del Millo en el segundo tiempo se puede decir que se despilfarraron por no darle la pelota a un compañero (algo que parece tan sencillo), al menos, unas cinco jugadas claras. Era más que obvio que alguno se iba a enojar. Y pasó nomás. El Chori quiso marcar un gol de mitad de cancha, Cave se enojó y casi se van a las manos. Algo normal entre amigos eh. No hay que dramatizar más allá de lo que sucedió. Pero lo que si es grave, es la cantidad de goles que falló River y ese si es un problema que debe resolver Almeyda para lo que queda del certamen…

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