Se hicieron las doce de la noche y el sueño finalizó. Quizás abruptamente. Lo que parecía un verano digno de
Este romance de verano duró poco. Durante los encuentros disputados ante el clásico rival, se notó la diferencia de categoría. Por más duro que suene, la realidad es esa. Mientras Matías Almeyda busca el mejor funcionamiento para un equipo claramente en formación, el team de Julio Falcioni es el campeón invicto de Primera A y cuenta con un engranaje defensivo muy difícil de romper. ¿Juega bonito? ¿Se defiende como equipo chico durante gran parte de los noventa minutos? Puede ser, pero esos son cuestionamientos y problemas con los que cuentan los primos. A nosotros no nos debería ni debiera interesar.
El equipo del Pelado buscó el gol por los costados, por el centro y desde afuera. Desde ese punto se puede reflexionar que el camino es el correcto. Tuvo en Alejandro Domínguez (expulsión de amateur en el primer chico) ese jugador distinto que necesita para este semestre. Carlos Sánchez renovó su prestigio y se convirtió en un volante todoterreno. Y Fernando Cavenaghi demostró hidalguía, corazón y muchas ganas a pesar de no haber marcado en los amistosos veraniegos. No hay dudas, de que el once de Matías intenta llegar al arco rival utilizando varias vías. Pero el eje en cuestión es la defensa. Esa parte del esquema que tantos dolores de cabeza le dan al entrenador riverplatense.
Boca nos marcó tres goles idénticos en similar cantidad de situaciones creadas. Un equipo grande como River no debería tener este tipo de complicaciones si el objetivo que ostenta es, campeonar en
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